Ya
no era yo.
Mejor
dicho, no era yo mismo, o al menos eso sentía.
¿Cómo
iba a ser yo mismo después de haber matado a los padres de mi mejor amiga?
No.
Era mi novia. Si, eso era.
Ella
me amaba, ¡o me ama! Si. Ella me ama.
―¿Tengo
que pasarme toda la noche escuchándote?
―¡Cállate!
¡Solo tú lo sabes!
Los
libros que escribía siempre hablaban de un chico de 1.80, delgado, de pelo castaño
rizo y ojos avellana.
Esa
descripción concuerda conmigo.
―Si,
es seguro que hablaba de mí. Era de mí, yo sé que me ama.
Me
ama tanto como para presentarme a sus padres (como haría con un novio), como
para invitarme al baile (como haría con quien le gusta), como para...
―¡Idiota!
¡Te invitó al baile para darle celos a Nathan!
―¡Cierra
la boca Maricón!
*Desorden*
―¡Upss!
¿Juan? ―Ya no respira...―, Creo que me pasé, pero eso que importa. Un cadáver
mas, un cadáver menos. ¿En que estaba?
Ahhh
sí. Amy. La chica de mis mas preciados sueños...
Esa
que escribía centenares de poemas en mi nombre, aunque no me lo dijera.
Juan
diría que estoy mal. Ese hijo de puta siempre decía lo mismo.
―¿Por
qué lo hiciste?
―¿Hacer
qué? No he hecho nada. Pobrecillo...
El
Juan sigue tendido ahí sin moverse. ¿Debería de marcar al 911? Naah, ya
despertará en algún momento.
Amy...
ella me ama, decía yo hace rato.
Pero
todos decían que solo me quería como amigo, aunque se que es mentira.
Me
decía: “Eres una de las personas mas importantes para mi...”
También
decía amar mucho a sus padres, a su abuelita y a su perro. Pero eso ya no
importa.
A
partir de aquel día, nada importa... O al menos para ella.
14
de febrero.
Me
presente como de costumbre a llamar a su puerta. Sus padres atendieron.
¿Atender
sería la expresión correcta? No. Correr
diría yo.
Me
echaron como a un zapato, dicen que soy la raíz de todos su males. Que debí de
ser abortado y así todo el mundo sería feliz. ¿Por qué decir algo tan atroz de
mi? Si soy un amor... o eso decía mi mamá. Decía.
Sus
papás me echaron.
Dijeron
que porqué hice eso de su hija, eso que ahora es...
¿Que
ahora es qué? Nomas le mostré las cosas que me gustan. Como cualquiera haría
con su amada.
Después
de todo la nieve se puede apreciar todo el año.
Dicen
que les arruiné la vida. Que su hija ya no es la misma.
Si.
Ahora es mucho mejor.
Jaja.
Recuerdo como parloteaba.
Decía
que era su mejor "amigo"; que
qué haría sin mi, sin tener a quién contarle sus desgracias.
Me
daba las gracias por compartirle lo mejor de la vida.
Si.
Eso decía.
En
ese entonces, ya estaba preparado para aventármele de lleno.
Después
de todo el Nathan ese no era su tipo, aunque a sus papás le simpatizara tanto.
Ese
era el problema. ¿Por qué oponerse tanto a un amor tan sano y verdadero?
―¡ELLA
ME AMA MALDICIÓN!
Pero
ellos no podían entender eso...
De
hecho Juan decía que ni ella entendería algo que no siente.
¿No
sentir? ¡JA! Si se la pasaba escribiendo la inicial de mi nombre en sus cuadernos.
Noah...
Estoy segurito de que eso escribía.
¡Como
no darme cuenta! Si además del Juan, era la única persona que me hablaba.
De
ese modo, no tendría mucho mas en qué pensar.
Así
que detalles como ese no se me podían fugar.
Era
segurito que estaba tan coladita por mí como yo por ella.
Dios
aprieta pero no ahorca...
Seguro
nos casaríamos algún día, aunque sus papás nos las pusieran en tailandés.
Por
eso les lleve panecillos. Panecillos de agrado, para reconciliarme con ellos...
¡JA!
Mejor dicho: Para reconciliarlos con el mismísimo Belcebú.
Solo
quería a esos hijos de puta cerca. Naah... Ese no es mi estilo. Es poco
sutil.
Pensaba
en eso como la decimonovena opción.
Tenia
otras dieciocho opciones anteriores para caerles mejor.
Pero,
escogí la mejor. Si esa era la mejor.
Si,
lo era.
Well done Noah!
Que
mejor manera de agradarle a sus papás que decorar sus delicadas prendas
blancas, tanto o mas blancas que su mobiliario, con el hermoso color del
amor.
Ese
precioso carmesí les iba ¡DE-LUJO!
Combinaba
a la perfección con sus vacías cuencas oculares, aunque, creo que papá se molestaría
si supiera que manche sus pinzas de trabajo. Sin mencionar su precioso bate
autografiado, aunque, no lo reconocería así lleno de clavos. Me agradaba mas así.
Pero,
al parecer a Amy no le agrado mucho mi regalo especial, por eso el rojo...
Después
de todo, era 14 de febrero.
Se
puso como loca. Al principio creí que
gritaba de emoción, pero luego salió corriendo de allí. Pero que mal se le dan
las emociones, así que le perseguí para entregarle mi tarjeta súper especial de
San Valentín.
Aun
lloraba ¡Wow! No creí que le hubiese agradado tanto mi obsequio...
Y
eso que aun no le ponía el moño a la abuela.
Por otra parte hayo a Totto -así se llamaba su puddle- abierto a la
mitad y relleno de Hershey's y Kisses
debajo de su almohada. ¡Bien! Eso le encantara, pensé.
Ella
amaba el chocolate, en especial esos.
Inclusive
se desmayo de la emoción.
―¿Lo
ves Juan? ¡Está loca por mí! ―pensé en ese entonces―, Pero ya no te interesa
esa parte, ya no puedes escucharme.
Al
despertar mi amada Amy, si así como Amy Lee de Evanescence, estaba empapadita
del juguito de sus papas, ahh y de su abuelita.
Pero,
al parecer no le gustaba el color rojo.
Papá
me abofetearía si hiciese esos berrinches y ese ruido en la mesa, como los hizo
ella; después de todo... lo único que sabía hacer papá era tomar y
golpearme.
Otra
cosa que noté es que creo que a Amy no le gustaba la carne.
―¿Qué?
¿Cómo no iba a saber que mi amada era vegetariana?
No
toco la cena especial ni un solo instante, de hecho, ni parpadeaba.
No
tenia ninguna reacción. Era como si no estuviera viva.
Por
otro lado, a mi me encantó la cena. No
sabia que los sesos de Totto tuviesen un sabor tan rico. Sabía a pollo.
El
rato pasaba y Amy seguía inerte. Observando a la nada. Con su cara pálida.
―¡Diablos!
¡En serio la deje boquiabierta! Y eso
que no me esmeré lo suficiente.
Pero
ya comenzaba a cabrearme.
Necesitaba
una reacción.
Necesitaba
una respuesta.
Al
menos un “Ay, ¡gracias mi vida! ¡Eres el mejor del mundo!” Eso se le diría a un
enamorado.
Pero
nunca hizo nada.
―¡Bueno
pues! ―dije―. Mañana te veo en el cole. ―Y me marché―. Espero que sueñes
conmigo querida.
21
de febrero
Una
semana después y aun no iba al cole.
―¿Qué
le habrá pasado?
Luego
me enteré que reacciono, pero ya en una clínica mental.
¿Por
qué ha de estar ahí? Me pregunte.
Si
ya iba a su casa otra ves para llevarle la resina de ángel que tanto le
gustaba.
Vale
pues pero ahora tendría demasiado polvillo blanco solo para mi.
Eso
no me gusta. Me gusta compartir, y más si es con ella.
Por
ahí escucho que lo único que dijo fue: “Mis padres, están...” en un tono casi
inaudible.
27
de febrero
―¡Dios
mío! Más de una semana y aun no habla.
¿Le
gusto tanto mi regalo de San Valentín? He de ser un Don Juan.
Pero
mi refri no aguantaría tanto con la cabeza de Nathan en el.
Ya
no me quedaba espacio para sus brazos y piernas. Lo mejor hubiese sido, dárselo
la noche del 14.
Eso
hubiese hecho nuestra velada aun más especial.
Pero si está así de anonadada y circunspecta solo con nuestra cena, cómo
se hubiese puesto de haberle dado su segundo regalo de amor.
La
boca desdentada del vato, seria perfecta para utilizarse como porta vasos...
―Me
muero de ganas por visitarla mañana para contarle que está embarazada.
*Toc Toc Toc*
―¡¡JUAAAN!!
¿Con quien hablas?
―Con
nadie mamá...
―Bueno
pues, saldré un rato. Me llaman de tu
escuela, hay algo así como una investigación policial relacionada con varios crímenes,
entre ellos el asesinato de Doris, tu profesora de Mate, un incendio, la muerte
de uno de tus compañeros y otras cosas
más..., y ya que hoy estoy de servicio me tocará a mí patrullar la zona. Ya
sabes Juan. ¡Pórtate bien!
―Vale
mamá, así será...
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