sábado, 21 de diciembre de 2013

¡Buenas noticias! Concurso "¿Qué estás leyendo?" OEI

¡Saludos señoritas y señoritos, damas y damos, caballeros y caballeras, chicas y chicos (Ese sí)!

Les informo que estoy CONTENTA:

Todos... menos el tercero *risa nerviosa*.

Lo que sucede es que en el concurso "¿Qué estás leyendo?" fui la primera finalista, ¡PRIMERA FINALISTA! Ok, no es ganar, pero es, de cualquier manera, maravilloso.
Yo soy la bizca que siempre sale mal en todas las fotos... Sí, sí, la de tu derecha.
La de en medio es Ana Alejandra, ella ganó el primer lugar con su maravilloso blog Construye un mundo de papel.
Y la de tu izquierda es Amanda Lajara. Ganó el tercer lugar, es decir que es la segunda finalista con su blog Más que un simple libro (AWESOME).

Algunos se preguntarán "¿Qué es ese concurso del que nos hablas?". Pues queridos lectores, les comento que ese concurso fue una de las razones (Y la más influyente) por lo cual yo creé este blog y una de las cosas que me ha motivado a leer y comentar lo que leo. ¿Qué estás leyendo? es un concurso de blogs para jovenes lectores de 12 a 15 años que quieran difundir la lectura por medio de la tecnología más asequible, así como propinar información sobre libros y su opinión acerca estos. Es un concurso de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos) en el cual participan más de 20 países de Iberoamérica y más de 900 jovenes ¿Puedes creerlo?

El día de la premiación fue el 19 de diciembre y fue una pequeña y breve reunión, pero fue maravilloso. *-*

Próximamente publicaré fotos, cuales fueron los premios, qué pasó ese día y cualquier cosa que ustedes me pregunten. ¡FELIZ NAVIDAD!

lunes, 9 de diciembre de 2013

Dos pesos de agua - Juan Bosch.-

Leí este cuento el fin de semana pasado en la casa de una amiga y me encantó, así que para el que no lo ha leído, les dejaré el cuento Dos pesos de agua del ilustre escritor dominicano Juan Bosch

DOS PESOS DE AGUA:


La vieja Remigia sujeta el aparejo, alza la pequeña cara y dice:

-Dele ese rial fuerte a las ánimas pa que llueva, Felipa.

Felipa fuma y calla. Al cabo de tanto oír lamentar la sequía levanta los ojos y recorre el cielo con ellos. Claro, amplio y alto, el cielo se muestra sin una mancha. Es de una limpieza desesperante.

-Y no se ve nadita de nubes -comenta.

Baja entonces la mirada. Los terrenos pardos se agrietan a la distancia. Allá, al pie de la loma, un bohío. La gente que vive en él, y en los otros, y en los más remotos, estará pensando como ella y como la vieja Remigia. ¡Nada de lluvia en una sarta bien larga de meses! Los hombres prenden fuego a los pinos de las lomas; el resplandor de los candelazos chamusca las escasas hojas de los maizales; algunas chispas vuelan como pájaros, dejando estelas luminosas, caen y florecen en incendios enormes: todo para que ascienda el humo a los cielos, para que llueva... Y nada. Nada.

-Nos vamos a acabar, Remigia -dice.

La vieja comenta:

-Pa lo que nos falta.

La sequía había empezado matando la primera cosecha; cuando se hubo hecho larga y le sacó todo el jugo a la tierra, les cayó encima a los arroyos; poco a poco los cauces le fueron quedando anchos al agua, las piedras surgieron cubiertas de lama y los pececillos emigraron corriente abajo. Infinidad de caños acabaron por agotarse, otros por tornarse lagunas, otros lodazales.

Sedientos y desesperados, muchos hombres abandonaron los conucos, aparejaron caballos y se fueron con las familias en busca de lugares menos áridos.

La vieja Remigia se resistía a salir. Algún día caería el agua; alguna tarde se cargaría el cielo de nubes; alguna noche rompería el canto del aguacero sobre el ardido techo de yaguas. Algún día...

***

Desde que se quedó con el nieto, después que se llevaron al hijo en una parihuela, la vieja Remigia se hizo huraña y guardadora. Pieza a pieza fue juntando sus centavos en una higera con ceniza. Los centavos eran de cobre. Trabajaba en el conuquito, detrás de la casa, sembrando maíz y frijoles. El maíz lo usaba en engordar los pollos y los cerdos; los frijoles servían para la comida. Cada dos o tres meses reunía los pollos más gordos y se iba a venderlos. Cuando veía un cerdo mantecoso, lo mataba; ella misma detallaba la carne y de las capas extraía la grasa; con ésta y con los chicharrones se iba también al pueblo. Cerraba el bohío, le encarbaba a un vecino que le cuidara lo suyo, montaba el nieto en el potro bayo y lo seguía a pie. En la noche estaba de vuelta.

Iba tejiendo su vida así, con el nieto colgado en el corazón.

-Pa ti trabajo, muchacho -le decía-. No quiero que pases calores, ni que te vayas a malograr, como tu taita.

El niño la miraba. Nunca se le oía hablar, y aunque apenas alzaba una vara del suelo, madrugaba con su machete bajo el brazo y el sol le salía sobre la espalda, limpiando el conuco.

La vieja Remigia tenía sus esperanzas. Veía crecer el maíz, veía florecer los frijoles; oía el gruñido de sus puercos en la pocilga cercana; contaba las gallinas al anochecer, cuando subían a los palos. Entre días descolgaba la higera y sacaba los cobres. Había muchos, llegó también a haber monedas de plata de todos tamaños.

Con un temblor de novia en la mano, Remigia acariciaba su dinero y soñaba. Veía al muchacho en tiempo de casarse, bien montado en brioso caballo alazano, o se lo figuraba tras un mostrador, despachando botellas de ron, varas de lienzo, libras de azúcar. Sonreía, tornaba a guardar su dinero, guindaba la higera y se acercaba al nieto, que dormía tranquilo.

Todo iba bien, bien. Pero sin saberse cuándo ni cómo se presentó aquella sequía. Pasó un mes sin llover, pasaron dos, pasaron tres. Los hombres que cruzaban por delante de su bohío la saludaban diciendo:

-Tiempo bravo, Remigia.

Ella aprobaba en silencio. Acaso comentaba:

-Prendiendo velas a las ánimas pasa esto.

Pero no llovía. Se consumieron muchas velas y se consumió también el maíz en sus tallos. Se oían crujir los palos; se veían enflaquecer los caños de agua; en la pocilga empezó a endurecerse la tierra. A veces se cargaba el cielo de nubes; allá arriba se apelotonaban manchas grises; bajaban de las lomas vientos húmedos, que alzaban montones de polvo...

-Esta noche sí llueve, Remigia -aseguraban los hombres que cruzaban.

-¡Por fin! Va a ser hoy -decía una mujer.

-Ya está casi cayendo -confiaba un negro.

La vieja Remigia se acostaba y rezaba: ofrecía más velas a las ánimas y esperaba. A veces le parecía sentir el roncar de la lluvia que descendía de las altas lomas. Se dormía esperanzada; pero el cielo amanecía limpio como ropa de matrimonio.

Comenzó la desesperación. La gente estaba ya transida y la propia tierra quemaba como si despidiera llamas. Todos los arroyos cercanos habían desaparecido; toda la vegetación de las lomas había sido quemada. No se conseguía comida para los cerdos; los asnos se alejaban en busca de mayas; las reses se perdían en los recodos, lamiendo raíces de árboles; los muchachos iban a distancias de medio día a buscar latas de agua; las gallinas se perdían en los montes, en procura de insectos y semillas.

-Se acaba esto, Remigia. Se acaba -lamentaban las viejas.

Un día, con la fresca del amanecer, pasó Rosendo con la mujer, los dos hijos, la vaca, el perro y un mulo flaco cargado de trastos.

-Yo no aguanto, Remigia; a este lugar le han hecho mal de ojo.

Remigia entró en el bohío, buscó dos monedas de cobre y volvió.

-Tenga; préndamele esto de velas a las ánimas en mi nombre -recomendó.

Rosendo cogió los cobres, los miró, alzó la cabeza y se cansó de ver cielo azul.

-Cuando quiera, váyase a Tavera. Nosotros vamos a parar un rancho allá, y dende agora es suyo.

-Yo me quedo, Rosendo. Esto no puede durar.

Rosendo volvió el rostro. Su mujer y sus hijos se perdían ya en la distancia. El sol parecía incendiar las lomas remotas.

***

El muchacho se había puesto tan oscuro como un negro. Un día se le acercó:

-Mamá, uno de los puerquitos parece muerto.

Remigia se fue a la pocilga. Anhelantes, resecas las trompas, flacos como alambres, los cerdos gruñían y chillaban. Estaban apelotonados, y cuando Remigia los espantó vio restos de un animal. Comprendió: el muerto había alimentado a los vivos. Entonces decidió ir ella misma en busca de agua para que sus animales resistieran.

Echaba por delante el potro bayo; salía de madrugada y retornaba a medio día. Incansable, tenaz, silenciosa, Remigia se mantenía sin una queja. Ya sentía menos peso en la higuera; pero había que seguir sacrificando algo para que las ánimas tuvieran piedad. El camino hasta el arroyo más cercano era largo; ella lo hacía a pie, para no cansar la bestia. El potro bayo tenía las ancas cortantes, el pescuezo flaco, y a veces se le oían chocar los huesos.

El éxodo seguía. Cada día se cerraba un nuevo bohío. Ya la tierra parda se resquebrajaba; ya sólo los espinosos cambronales se sostenían verdes. En cada viaje el agua del arroyo era más escasa. A la semana había tanto lodo como agua; a las dos semanas el cauce era como un viejo camino pedregoso, donde refulgía el sol. La bestia, desesperada, buscaba donde ramonear y batía el rabo para espantar las moscas.

Remigia no había perdido la fe. Esperaba las señales de lluvia en el alto cielo.

-¡Ánimas del Purgatorio! -clamaba de rodillas-. ¡Ánimas del Purgatorio! ¡Nos vamos a morir achicharrados si ustedes no nos ayudan!

Días más tarde el potro bayo amaneció tristón e incapaz de levantarse; esa misma tarde el nieto se tendió en el catre, ardiendo en fiebre. Remigia se echó afuera. Anduvo y anduvo, llamando en los distantes bohíos, levantando los espíritus.

-Vamos a hacerle un rosario a San Isidro -decía.

-Vamos a hacerle un rosario a San Isidro -repetía.

Salieron una madrugada de domingo. Ella llevaba el niño en brazos. La cabeza del muchacho, cargada de calenturas, pendía como un bulto del hombro de su abuela. Quince o veinte mujeres, hombres y niños desharrapados, curtidos por el sol, entonaban cánticos tristes, recorriendo los pelados caminos. Llevaban una imagen de la Altagracia; le encendían velas; se arrodillaban y elevaban ruegos a Dios. Un viejo flaco, barbudo, de ojos ardientes y acerados, con el pecho desnudo, iba delante golpeándose el esternón con la mano descarnada, mirando a lo alto y clamando:

¡San Isidro Labrador!
¡San Isidro Labrador!
Trae el agua y quita el sol,
¡San Isidro Labrador!

Sonaba ronca la voz del viejo. Detrás, las mujeres plañían y alzaban los brazos.

***

Ya se habían ido todos. Pasó Rosendo, pasó Toribio con una hija medio loca; pasó Felipe; pasaron unos y otros. Ella les dio a todos para las velas. Pasaron los últimos, una gente a quienes no conocía; llevaban un viejo enfermo y no podían con su tristeza; ella les dio para las velas.

Se podía tender la vista sin tropiezos y ver desde la puerta del bohío el calcinado paisaje con las lomas peladas al final; se podían ver los cauces secos de los arroyos.

Ya nadie esperaba lluvia. Antes de irse los viejos juraban que Dios había castigado el lugar y los jóvenes que tenía mal de ojo.

Remigia esperaba. Recogía escasas gotas de agua. Sabía que había que empezar de nuevo, porque ya casi nada quedaba en la higuera, y el conuco estaba pelado como un camino real. Polvo y sol; sol y polvo. La maldición de Dios, por la maldad de los hombres, se había realizado allí; pero la maldición de Dios no podía acabar con la fe de Remigia.

***

En su rincón del Purgatorio, las ánimas, metidas de cintura abajo entre las llamas voraces, repasaban cuentas. Vivían consumidas por el fuego, purificándose; y, como burla sangrienta, tenían potestad para desatar la lluvia y llevar el agua a la tierra. Una de ellas, barbuda, dijo:

-¡Caramba! ¡La vieja Remigia, de Paso Hondo, ha quemado ya dos pesos de velas pidiendo agua!

Las compañeras saltaron vociferando:

-¡Dos pesos, dos pesos!

Alguna preguntó:

-¿Por qué no se le ha atendido, como es costumbre?

-¡Hay que atenderla! -rugió una de ojos impetuosos.

-¡Hay que atenderla! -gritaron las otras.

Se corría la voz, se repetían el mandato:

-¡Hay que mandar agua a Paso Hondo! ¡Dos pesos de agua!

-¡Dos pesos de agua a Paso Hondo!

-¡Dos pesos de agua a Paso Hondo!

Todas estaban impresionadas, casi fuera de sí, porque nunca llegó una entrega de agua a tal cantidad; ni siquiera a la mitad, ni aun a la tercera parte. Servían una noche de lluvia por dos centavos de velas, y cierta vez enviaron un diluvio entero por veinte centavos.

-¡Dos pesos de agua a Paso Hondo! -rugían.

Y todas las ánimas del Purgatorio se escandalizaban pensando en el agua que había que derramar por tanto dinero, mientras ellas ardían metidas en el fuego eterno, esperando que la suprema gracia de Dios las llamara a su lado.

***

Abajo, en Paso Hondo, se nubló el cielo. Muy de mañana Remigia miró hacia oriente y vio una nube negra y fina, tan negra como una cinta de luto y tan fina como la rabiza de un fuete. Una hora después inmensas lomas de nubes grises se apelotonaron, empujándose, avanzando, ascendiendo. Dos horas más tarde estaba oscuro como si fuera de noche.

Llena de miedo, con el temor de que se deshiciera tanta ventura, Remigia callaba y miraba. El nieto seguía en el catre, calenturiento. Estaba flaco, igual que un sonajero de huesos. Los ojos parecían salirle de cuevas.

Arriba estalló un trueno. Remigia corrió a la puerta. Avanzando como caballería rabiosa, un frente de lluvia venía de las lomas sobre el bohío. Ella sonrió de manera inconsciente; se sujetó las mejillas, abrió desmesuradamente los ojos. ¡Ya estaba lloviendo!

Rauda, pesada, cantando broncas canciones, la lluvia llegó hasta el camino real, resonó en el techo de yaguas, saltó el bohío, empezó a caer en el conuco. Sintiéndose arder, Remigia corrió a la puerta del patio y vio descender, apretados, los hilos gruesos del agua; vio la tierra adormecerse y despedir un vaho espeso. Se tiró afuera, rabiosa.

-¡Yo sabía, yo lo sabía, yo lo sabía! -gritaba a voz en cuello.
 
¡Lloviendo, lloviendo! clamaba con los brazos tendidos hacia el cielo. ¡Yo lo sabía!

De pronto penetró en la casa, tomó al niño, lo apretó contra su pecho, lo alzó, lo mostró a la lluvia.
 
¡Bebe, muchacho; bebe, hijo mío! ¡Mira agua, mira agua!

Y sacudía al nieto, lo estrujaba; parecía querer meterle dentro el espíritu fresco y disperso del agua.

***

Mientras afuera bramaba el temporal, soñaba adentro Remigia.
 
Ahora se decía, en cuanto la tierra se ablande, siembro batata, arroz tresmesino, frijoles y maíz. Todavía me quedan unos cuartitos con que comprar semillas. El muchacho se va a sanar. ¡Lástima que la gente se haya ido! Quisiera verle la cara a Toribio, a ver qué pensaría de este aguacero. Tantas rogaciones, y sólo me van a aprovechar a mí. Quizá vengan agora, cuando sepan que ya pasó el mal de ojo.

El nieto dormía tranquilo. En Paso Hondo, por los secos cauces de los arroyos y los ríos, empezaba a rodar agua sucia; todavía era escasa y se estancaba en las piedras. De las lomas bajaba roja, cargada de barro; de los cielos descendía pesada y rauda. El techo de yaguas se desmigajaba con los golpes múltiples del aguacero. Remigia se adormecía y veía su conuco lleno de plantas verdes, lozanas, batidas por la brisa fresca; veía los rincones llenos de dorado maíz, de arroz, frijoles, de batatas henchidas. El sueño le tornaba pesada la cabeza.

Y afuera seguía bramando la lluvia incansable.

***

Pasó una semana; pasaron diez días, quince... Zumbaba el aguacero sin una hora de tregua. Se acabaron el arroz y la manteca; se acabó la sal. Bajo el agua tomó Remigia el camino de Las Cruces para comprar comida. Salió de mañana y retornó a media noche. Los ríos, los caños de agua y hasta las lagunas se adueñaban del mundo, borraban los caminos, se metían lentamente entre los conucos. Una tarde pasó un hombre. Montaba mulo pesado.
 
¡Ey, don! llamó Remigia.

El hombre metió la cabeza del animal por la puerta.
 
Bájese pa que se caliente invitó ella.

La montura se quedó a la intemperie.
 
El cielo se ta cayendo en agua explicó él al rato. Yo como usté dejaba este sitio tan bajito y me diba pa las lomas.
 
¿Yo dirme? No, hijo. Horita pasa este tiempo.
 
Vea se extendió el visitante, esto es una niega. Yo las he visto tremendas, con el agua llevándose animales, bohíos, matas y gente. Horita se crecen todos los caños que yo he dejado atrás, contimás que ta lloviéndoles duro en las cabezadas.
 
Jum… Peor que esto fue la seca, don. Todo el mundo le salió huyendo, y yo la aguanté.
 
La seca no mata, pero el agua ahoga, doña. Todo eso y señaló lo que él había dejado a la puerta ta anegado. Como tres horas tuve esta mañana sin salir de un agua que me le daba en la barriga al mulo.

El hombre hablaba con voz pausada, y sus ojos grises, atemorizados, vigilaban el incesante caer de la lluvia.

Al anochecer se fue. Mucho le rogó Remigia que no cogiera el camino con la oscuridad.
 
Dispué es peor, doña. Van esos ríos y se botan...

Remigia se fue a atender al nieto, que se quejaba débilmente.

***

Tuvo razón el hombre. ¡Qué noche, Dios! Se oía un rugir sordo e inquietante; se oían retumbar los truenos; penetraban los reflejos de los relámpagos por las múltiples rendijas.

El agua sucia entró por los quicios y empezó a esparcirse en el suelo. Bravo era el viento en la distancia, y a ratos parecía arrancar árboles. Remigia abrió la puerta. Un relámpago lejano alumbró el sitio de Paso Hondo. ¡Agua y agua! Agua aquí, allá, más lejos, entre los troncos escasos, en los lugares pelados. Debía descender de las lomas y en el camino real se formaba un río torrentoso.
 
¿Será una niega? se preguntó Remigia, dudando por vez primera.

Pero cerró la puerta y entró. Ella tenía fe; una fe inagotable, más que lo que había sido la sequía, más que lo sería la lluvia. Por dentro, su bohío estaba tan mojado como por fuera. El muchacho se encogía en el catre, rehuyendo las goteras.

A medianoche la despertó un golpe en una esquina de la vivienda. Se fue a levantar, pero sintió agua hasta casi las rodillas. Bramaba afuera el viento. El agua batía contra los setos del bohío.

¡Ay de la noche horrible, de la noche anegada! Venía el agua en golpes; venía y todo lo cundía, todo lo ahogaba. Restalló otro relámpago, y el trueno desgajó pedazos de oscuro cielo.

Remigia sintió miedo.
 
¡Virgen Santísima! clamó.—  ¡Virgen Santísima, ayúdame!

Pero no era negocio de la Virgen, ni de Dios, sino de las ánimas, que allá arriba gritaban:
 
¡Ya va medio peso de agua! ¡Ya va medio peso!

***

Cuando sintió el bohío torcerse por los torrentes, Remigia desistió de esperar y levantó al nieto. Se lo pegó al pecho; lo apretó, febril; luchó con el agua que le impedía caminar; empujó, como pudo, la puerta y se echó afuera. A la cintura llevaba el agua; y caminaba, caminaba. No sabía adónde iba. El terrible viento le destrenzaba el cabello, los relámpagos verdeaban en la distancia. El agua crecía, crecía. Levantó más al nieto. Después tropezó y tornó a pararse. Seguía sujetando al niño y gritando:
 
¡Virgen Santísima, Virgen Santísima!

Se llevaba el viento su voz y la esparcía sobre la gran llanura líquida.
 
¡Virgen Santísima, Virgen Santísima!

Su falda flotaba. Ella rodaba, rodaba. Sintió que algo le sujetaba el cabello, que le amarraban la cabeza. Pensó:
 
En cuanto esto pase siembro batata.

Veía el maíz metido bajo el agua sucia. Hincaba las uñas en el pecho del nieto.
 
¡Virgen Santísima!

Seguía ululando el viento, y el trueno rompía los cielos. Se le quedó el cabello enredado en un tronco espinoso. El agua corría hacia abajo, hacia abajo, arrastrando bohíos y troncos. Las ánimas gritaban, enloquecidas:
 
— ¡Todavía falta; todavía falta! ¡Son dos pesos, dos pesos de agua! ¡Son dos pesos de agua!

¿Qué estoy leyendo?

Bueno, como seguramente ya se dieron cuenta yo soy una persona que disfruta mucho de el placer de leer, y gracias a Dios estoy en un politécnico donde el mundo de los libros es algo común, y no es raro ver a un estudiante leyendo un libro, o ver a dos compartiendo sus ideas sobre otro.

Me he dado cuenta de que a muchos de mis nuevos amigos les encanta leer, y cada uno se ha instalado en su pedacito de mundo. He visto en los pasillos de mi politécnico desde "Divergente" de Veronica Roth, hasta Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez. Y sea por moda, o por el simple hecho de leer, es genial poder estar a gusto con el lugar donde estudias... y conocer gente que te pueda prestar libros.

¿Porqué me refiero a la lectura como un mundo completo? Por el simple hecho de que hay mas cosas que leer que personas que lean. Hay desde personas que corren por sus vidas, como en "The Maze Runner" (Que de eso se trata la historia) y personas que se quieren matar, como en Una historia casi divertida *Reir*. En el leer y el escribir puedes compartir tu imaginación y abrir tu mente a la de los demás.

El otro día, estaba en mi politécnico con La Odisea en mano, y trataba de encontrar un lugar tranquilo donde leer. Estaba muy nublado, por lo que podía ir a las gradas de la cancha sin achicharrarme; fui, y me encontré con que mi mejor amiga me estaba llamando desde abajo, yo le dije que subiera... y así de uno en uno me fui rodeando de personas, y para cuando me di cuenta, ya estaba hablando con un amigo de mitología griega.
¿Qué estoy leyendo? Nunca en mi vida había leído tantos libros al mismo tiempo, y es que al estar en época de exámenes y el querer saber que pasa con distintos libros, me hace comenzar un libro, dejarlo por la mitad, comenzar otro, continuar el anterior, dejar por la mitad el otro, terminar uno y comenzar de nuevo *Risa triste*.
Los libros que estoy leyendo son:
*Walking Disaster
*La Odisea
*Los heroes del olimpo - El heroe perdido
*El diario de Anna Frank
*El retrato de Dorian Gray
*Prohibido enamorarse de Adam Walker

Ahora... ¿cuáles libros quiero leer? Uffff, ni preguntes, son mas libros que la Biblia.

¿Y qué libro/s andas leyendo tú? ¿Te gusta leer? ¿Cuál es el ultimo libro que leíste? ¿Qué libros quieres leer?
¡Y así me despido! ¡Besos en la mejisha!

martes, 19 de noviembre de 2013

Autores y su significado más allá de las letras.

¿Perdida yo? Pffftt, naaah. Yo solo desaparecí por... ¿unos pocos días?

Bueno, empezando el tema, me he dado cuenta la necesidad que tengo del simple hecho de saber quién es, o más que saber, conocer por lo menos superficialmente al escritor del libro que vaya a leer, haya leído o esté leyendo. Es como las ganas de enlazar un rostro con una idea.
¿Por qué? No sé, es una muy mala costumbre de parte mía... y tuya si también lo acostumbras a hacer, porque no le debemos dar rostro a una historia; eso limita la imaginación y las ganas del lector de sentirlo en la realidad.
Querer saber de que mente provienen aquellas historias, diálogos y personajes, y aunque muchas veces no encajan realmente con lo exterior del autor; podemos garantizar entonces, que las ideas de éste son mas profundas o superficiales de lo que parece.

¿Cómo haces que una película de terror te deje de dar miedo? pensando que fue escrito por alguien, producido por alguien, dirigido por alguien e interpretado por alguien; y que después de grabar una escena mil veces, fueron a comer donuts y un café ¿Cómo hacer que una película de terror no te deje dormir por semanas? "Una historia de la vida real".

Nosotros no deberíamos saber quien escribe, quien crea, quien imaginó primero tales cosas, porque eso se apodera de la magia de la obra, eso le da un rostro y una identidad a nuestra historia (ya es nuestra, porque nos pertenece desde que la imaginamos como queramos) pero le quita eso que está más allá de las letras, le quita el misterio que tanto alimenta al ser humano.
Hay que reconocer que muchas veces queremos darle el crédito que se merece a ese artista que nos conmovió y nos movió, nos alzó al cielo, y nos dejó caer, haciéndonos saber que todo fue un sueño; y realmente, es apropiado hacerlo, no, es lo mejor hacerlo, ya que las cosas de tu admiración hay que darles el valor que se merecen.
También hay que tener en cuenta que muchas veces el mismo autor escribe distintas maravillas, y por tanto, recibe nuestra fascinación. Una cosa es reconocer, otra relacionar. Cuando hables de las historias, nunca agregues al autor a menos que sea inevitable. Cuando hables del autor, incluye sus historias. Pero cuando hables de la persona, hay algo más profundo que su profesión, y esas son sus ideas y su historia personal.

¿Demasiado dramática, profunda o absurda? Pues, ese es el punto. Espero tu comprensión, ya que mi impulso para escribir esto, fueron mis ganas de expresarme.

martes, 1 de octubre de 2013

RDLS: Jennifer Echols - "Going too far"

¿Por qué pongo el nombre de Jennifer Echols primero, cuando siempre pongo el título de libro del que voy a hablar antes? Porque primero voy a hablar sobre la autora.

Solo he leído dos libros de ella, y los dos, aunque son completamente distintos, definen completamente la forma de escribir de la autora. Ella no escribe sobre los adolescentes normales… bueno, sí son normales, pero no es la historia que se está supuesta a ver.

Ella escribe sobre el desarrollo del comienzo de una relación entre personas que es común para ellos ser compatiblemente incompatibles y que para comenzarla tendrán que derrumbar paredes que ellos mismos construyeron. ¿Me hice entender? ¿No? Pues, es como que un pastor alemán y una zanahoria que habla en japonés se enamoren; y tienen que aceptar su distintas especies, orígenes, color, experiencias, células, ¿idiomas? Pero TÚ lo ves lindo, sea como sea, y luchas por ellos, y sufres o te alegras con ellos. La vida es sumamente dura, y Jennifer lo representa específicamente como es. El problema es que yo no busco en un libro que me digan lo que sé sobre la realidad, simplemente busco que me saquen de ella por un momento.

Sinopsis:

¿Qué tan lejos llegarías?

Todo lo que Meg ha deseado siempre es escapar. Estar lejos de la escuela. Lejos de sus padres quiénes parecen estar determinados a mantenerla encarcelada en una vida sin salida. Pero en una alocada noche, que involucra una peligrosa y prohibida vía de ferrocarril, ella va demasiado lejos... y por poco no logra regresar. John tomó la decisión de quedarse. De reforzar las reglas. De servir y proteger. No siente más que desprecio a lo que él ve como una rebelión muy infantil, y quiere enseñar a Meg una lección que no olvidará en mucho tiempo. Pero Meg lo empuja hasta el límite, cuestionando todo lo que él ha aprendido en la Academia de Policía. Y cuando él la empuja también, demandando saber
Por qué ella no quiere ninguna atadura, se encaminarán hacía el límite; y más allá...


Reseña (PD. CONTIENE SPOILERS):

Vamos a ver, por donde inicio.
La historia realmente no es mi estilo, pero de cualquier manera me gustó y realmente en esta reseña en ningún momento soy hostil.

Todo comienza con esta chica, Meg, tiene el pelo azul como signo de rebeldía, aunque ella misma no se acepta con ese color porque ella piensa que las demás personas la ven de una manera diferente por ello… y es cierto.

Esta es una historia en la cual te vas dando cuenta de las cosas poco a poco. No necesariamente tenía forma o coherencia desde el principio, simplemente todo toma sentido mientras vas leyendo. La razón de su rebeldía, la razón de su cabello azul, la razón de que el policía sea policía, la razón de que salga con un idiota (aunque sabe que es un idiota), la razón de que John After (El policía) siempre acose el puente, TODO.

Meg, una claustrofóbica chica de diesi-tantos años a la que todo el mundo se le comenzó a derrumbar cuando se enteró de que era leucémica (Leer en el libro el porqué). Ella inconscientemente se obsesiona un poco con el misterioso policía John After al conocerlo aunque al principio pensó que tenía esposa e hijos y unos cuarenta años encima, pero el chiquillo solo tiene diecinueve y estuvo en su clase de español, solo que en esos tiempos parecía joven, no tenía toda la masa muscular que tiene ahora y tenía el pelo largo, pero su mirada oscura y sexy sigue siendo la misma.

John After es un chico que me encanta, este personaje es admirable aunque tiene serios problemas que ameritan de un psicólogo. DIBUJA, y es un graduado de la “Academia de Policías”.

Aunque me aburrió un poquito la historia, todavía opino que es fabulosa, solo por John After y la historia de la juventud de Margaret, pero algo es algo. La historia es conmovedora y ENSERIO te haría llorar.

Es una de esas novelas que realmente te puedo recomendar y que probablemente te gusten. Léela y dime que opinas tú también.

Puntuación:

Fragmento de "Will Grayson, Will Grayson" - John Green & David Levithan

 Me quedé pensando en este fragmento del libro "Will Grayson, Will Grayson" y enserio no lo puedo sacar de mi mente.
"Pienso en cuanto depende uno de su mejor amigo. Cuando te levantas de la cama, giras las piernas para sacarlas de la cama, pones tus pies en el piso y te paras. No te deslizas hasta el borde de la cama para asegurarte de que el piso está ahí. El piso siempre está ahí. Hasta que no está."
— William Grayson, de Will Grayson, Will Grayson

Hay cosas que simplemente las tomamos como normales, como nuestras, como lo obvio, como lo natural. Pero, propongamos el ejemplo del libro: "¿Qué pasa si un día te despiertas y el suelo ya no está, y en su lugar encuentras un abismo?" Pasaría que caeríamos, nos hundiríamos, porque inconscientemente, dependemos de ello. También ya que siempre está ahí, no damos gracias por ello aunque las sintamos. Pero algún día sería completamente necesario darse cuenta de eso.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Música en los libros.-

Admito que he leído la trilogía completa de 50 sombras de Grey De E. L. James, Y claro, me encantó, pero algo que me gustó mucho fue la combinación del arte de la escritura con el arte de la música ¿A qué me refiero? ¿Cómo? Simple, al decir que un personaje está escuchando una determinada canción en un momento clave, nosotros buscamos la canción en YOUTUBE y nos ponemos a escucharla mientras ocurre el suceso.

Me encantan todos los autores que utilizan la música para sus libros, porque la música le da un ambiente más personal al libro y hace que tú te identifiques más con el personaje.
¡Las películas la usan! ¿Por qué los libros no? Pues te cuento que en esta trilogía utilizaron la música para definir un estado de ánimo así como para darle vida a la historia más allá de la imaginación propia. Desde algo tan triste y profundo como una composición de Chopin hasta algo tan feliz y ligero como Misfit de Amy Studt.

Otra trilogía que amo es la de Canciones para paula De Blue Jeans. Utilizó la música como algo básico, es más, exactamente de música se trataba la historia. Porque además de que cuenta una historia de los típicos problemas adolescentes, abordaba lo que los adolescentes más tenemos presente, que es la música (no importa el género).

Un libro que me chocó mucho y es uno de mis libros favoritos es “The boy who sneaks in my bedroom window” de Kirsty Moseley, y aunque no tuvo la música como un factor importante, la autora en un momento utilizó una canción para marcar uno de los acontecimientos más importantes de la historia, y esa canción fue “She’s like a star” de Taio Cruz.


Yo amo escuchar música mientras leo, me hace entrar en un ambiente diferente en cada página. Depende de la canción que escuches la historia cambiará.


¿A ti te gusta escuchar música mientras lees? ¿Te gustaría que los autores de tus libros favoritos le hubieran agregado canciones? ¿Qué te parecen los libros que si las tienen?

Libros interminables.-

Realmente, hay que reconocer que todos los lectores hemos pasado por un libro interminable. ¿Han visto que hay libros que los terminas de leer al día siguiente de comenzarlo? ¿E inclusive algunas veces el mismo día? No importa si el libro tiene diez páginas o si tiene miles, el punto es que no puedes parar de leerlo hasta el final. Bueno, todo lo contrario ocurre con los “Libros interminables”.

Definición en la lengua Angelistifchistisfística de “Libro interminable”: Es este libro que comenzamos pero que inconsciente o conscientemente lo cerramos y nos ponemos a hacer otra cosa (incluso leer otro libro) y no importa cuántas páginas tenga, siempre vamos a durar más de una semana leyéndolo. No necesariamente el libro tiene que ser malo, puede ser muy bueno, pero no da esa seguidilla que nos hace terminarlo o siquiera amarrarnos a él.

Tengo dos libros así, y realmente, en el proceso de lectura de estos he terminado más libros que cuando no los estoy leyendo.

Estos libros al parecer tienen algo en ellos que hacen que tú los cierres, y te ponen a leer la misma página diez veces antes de lograr continuar, además de que cada vez que te acuerdas, lo abres y ni te acuerdas por donde ibas.

¿Te has topado con un libro interminable? ¿Cuál? ¿Lo terminaste? ¿Te gustó?

jueves, 26 de septiembre de 2013

Mi primera vez en la biblioteca - Parte 3/ Ultima parte.-

Buenos días, tardes o noches queridos lectores. Esta vez me dedicaré a escribirles la tercera y ultima parte de “Mi primera vez en la biblioteca” y realmente espero que la disfruten, porque yo sí disfruté de escribirlo. Para leer la segunda parte den clic AQUÍ, y si quieren leer la primera parte dar clic AQUÍ.

Empecemos:

Cuando me senté en el área de estudio a "no estudiar" en un mueble súper cómodo, un chico y una chica se sentaron a mi lado, al parecer eran novios, me di cuenta porque todo el tiempo estaban dándose manitas, diciéndose cosas y hablando mientras leían y me distraían, *SUPER GENIAL*. Y, en un momento el chico miró hacia donde mí y me preguntó: "Lo siento, ¿te molestamos?" y yo con mi sonrisa falsa muy poco disimulada le dije bastante irónicamente: "No, claro que no" y me dio una sonrisa divertida, definitivamente entendiendo el mensaje. Pero por las pocas palabras que dije la bestia de la tos se desató y me tuve que parar, doblar un poco la esquina de la página por la que iba y dejarlo en mi asiento para que a nadie se le ocurra sentarse en mi lugar. Casi corrí disimuladamente a el baño y cuando llegué revisé si estaba vacío para poder toser; y, efectivamente no había nadie. Tosí libremente y cuando me sentí mejor, me arregle el pelo, la ropa y salí con aire tranquilo con pasos lentos y toda las paz y el alivio que me invadió... hasta que vi que el chico "Estoy-en-una-biblioteca-con-mi-novia-leyendo-y-demostramos-a-todo-el-mundo-que-nos-queremos" estaba ojeando mi libro. No sé ustedes chicos, pero por más estúpido que sea, soy de esas personas que si están leyendo un libro y alguien se lo quita, lo toma para ojearlo o siquiera lo toca... es posible que le lance una patada voladora ultra-mortal. Pero en este caso me controlé y solo respiré profundo, me crucé de brazos y lo miré con mi rostro de "Suéltalo ahora o..." y al parecer entendió, porque lo soltó inmediatamente, susurro un lo siento y yo usé mi mejor sonrisa de "Así está mejor" me senté con la más delicada forma de autoridad que se me pudo ocurrir y comencé a leer otra vez con toda tranquilidad.

La pareja se fue y llegaron un puñado de chicos y chicas de escuela a sentarse en los sillones contiguo al mío y comenzaron a jugar, hacer ruido y hablar. Un poquito molesta, cerré el libro que estaba leyendo, lo devolví exactamente a donde estaba y me dirigí directamente a una computadora, pero antes de llegar esas ganas de toser volvieron y doblé hacia el baño a toser.

Y así me pasé la siguiente media hora, yendo del baño a la mitad del pasillo y viceversa hasta que me volví valiente y me garantice que a nadie más que a mí le va a molestar mi tos.

Fui a la computadora y entré a mi correo. Después de esperar una eternidad, mi correo se abrió e inmediatamente lo cerré. Lo siento, pero no soy una masoquista perdedora de tiempo, si no entró rápido, no se podrá. Salí en busca de un libro y encontré uno en inglés  (El cual no entendí) y lo volví a poner en su lugar.
Me senté en una silla tratando de no verme rara en una biblioteca sin leer nada y me puse a cantar mentalmente mientras veía a la gente leer y estudiar. Había un chico estudiando que me miró y mi naturalidad interior me hizo guiñarle un ojo. Y en ese momento pasó la cosa más tierna del mundo, ¡se sonrojó! Eso fue tan dulce que casi me hizo soltar un audible “AWWWW” pero me aguanté y solo sonreí.
Me paré y seguí buscando… hasta que encontré Verónica decide morir.
Les cuento:
Hace un par de años le dije a mi papá que me encantaba leer pero que él nunca me compraba libros. Tuvimos una pequeña discusión acerca de eso (Una niñita pequeña [pero alta, siempre he sido alta] con cara molesta por que no le compran libros y más molesta aún por ver a su padre tratar de esconder la risa) y el decidió que me iba a conseguir algún libro que leer.
Mi hermana tenía una vieja, lenta y pesada laptop que a veces usábamos para jugar. Y mi papá una noche llevó una memoria flash.
-         Toma, ahí hay algunos libros que puedes leer – Dijo… creo, y me la entregó y yo la tomé.  
-         ¿Qué libros? 
-         No sé, me los dieron unos compañeros de trabajo – Eso era lo que trataba de decir, pero no recuerdo como lo dijo.
-         ¿Hay alguno bueno? 
-         Ni idea.
SEP, fue asombroso.
Cuando se fue entré la memoria en la computadora y comencé a  revisar el contenido. La mayoría de los libros eran de Paulo Coelho  y solo veía los nombres; hasta que llegue a Verónica decide morir… ¡Oh por Dios!
Tuve un enamoramiento instantáneo por ese libro, leí la primera página y me  quede completamente “Quiero más”.
Cuando lo terminé me encanto el final porque es un final que no te lo esperas y al mismo tiempo sabes que va a pasar.
Y pues, ese fue el libro que más me traumó la infancia y me hizo amar los libros… “¿Dónde está papá?” no cuenta.
Entonces al final, lo tomé y lo comencé a leer totalmente embelesada… otra vez.
Cuando ya estaba volviéndome un poco loca, mi mamá llegó y ya me tenía que ir. Habían pasado horas y yo no me había dado cuenta.
Mi mamá me dijo que me había llamado muchas veces y yo recordé que había dejado el celular dentro de la mochila, yo no quería dejar a Verónica en el psiquiátrico, pero ya tenía que volver a mi casa.
Tomé mi mochila, y salí feliz pero sin querer irme de la BIJRD (Biblioteca infantil y juvenil de la República Dominicana).


FIN

lunes, 9 de septiembre de 2013

Caminos...

Caminos, caminos desconocidos
que esconden familiaridad 
en sus rasgos
acompañados de un tipo de hipnosis
que me incitan a seguir caminando,
a pesar de no tener certeza
de hacia donde voy o que es lo que busco,
sin conocimiento 
de sus atajos y trampas.

Caminos, caminos sin salidas visibles
que me dejan en medio de la nada,
desconozco por completo si la salida
se encuentra cerca o lejos ,
si será de manera abrupta o si más bien
ya estoy cruzando su umbral.

La única afirmación que me atrevo a balbucear 
es que en mi equipaje no llevo el miedo,
Ésta vez lo he dejado en casa,
donde no me pueda detener,
donde no me haga pensar más en el destino
que en el recorrido.

Ésta vez no me importa cómo será la salida,
reconozco la dicha que tengo en transitar
Caminos, caminos desconocidos.
 
 
 
 Autora: Cinthya Mason 

sábado, 7 de septiembre de 2013

Mi primera vez en la biblioteca - Parte 2.-

Buenos días, tardes o noches queridos lectores.
Esta vez me toca entregarles la segunda parte de mi historia de todo lo ocurrido en la biblioteca la primera vez que fui.
Si todavía no han visto la primera parte, den click AQUÍ y se abrirá en una ventana nueva.

                                                                 
Empezaré:
Como todavía no les he informado, ese día tenía el efecto post-gripe, que venía siendo una tos monstruosa, por lo cual me daba cosita toser en una biblioteca para no interrumpir a nadie con mi tormentosa tos.

Ese día después de entregar la mochila a la chica detrás del mostrador, por más desorientada que me encontraba en ese momento, me decidí a ver a mi alrededor... y así lo hice. Cuando ya estaba sola, me di cuenta de que habían algunos estantes vacíos y real, real, realmente me preguntaba por qué, pero lo dejé pasar y continué caminando a un espacio donde habían muchos libros y ese fue mi momento de "WOW, POR FIN". Me senté en uno de los asientos que estaban delante de un estante de libros y al frente de una mesita de café, era extremadamente bajito y se me hizo insufrible sentarme... pero lo logre, y mire al alrededor para ver a cual área de la biblioteca me dirijo para seleccionar un libro, después de que decidí, me paré y fui a una de las esquinas que estaban situadas entre dos estantes y comencé a ver títulos, ver portadas, hojear los libros y me decidí por uno infantil totalmente tonto y corto, me pareció una decisión inteligente por que no iba a durar mucho allá, por lo tanto no podía encariñarme demasiado del libro que vaya a leer si sé que no lograré leerlo completo. Me senté otra vez muy concentrada en la portada del libro que escogí; me dio pereza comenzar a leerlo porque sabía que no me iba a gustar, y quería un libro corto que me guste. Estaba muy mortificada hasta que comencé a leerlo y me di cuenta de que no era tan malo como yo pensaba... era peor.


Después de obligarme a aunque sea leer las primeras diez páginas antes de desechar el libro me comenzó a dar unas ganas de toser horribles, y no quería hacerlo porque mi tos no era una linda tos de gatito ese día, era como un auto viejo intentando arrancar... o un camión monstruo. Revisé mi alrededor y vi que solo estábamos aproximadamente cinco personas... ¡leyendo tranquilamente en una biblioteca! (No podía ser peor). Intente toser disimuladamente y que simplemente piensen que prendieron la planta eléctrica. Pero no funcionó y todo el mundo volteó a mirarme, y yo me quede completamente "Oh mierda". Después de un momento de mirarme todos volvieron a sus cosas y yo me paré a buscar otro libro y a ir al baño a toser libremente. Terminé tomando uno de los libros más grandes pero que se veía mejor (Las portadas engañan). Se trataba sobre un chico pre-adolescente pervertido con cáncer y que pensaba que tenía súper-poderes y vivía con unos audífonos todo el tiempo, llegué más lejos de lo que pensé que llegaría y después me paré y me fui a sentar en un lugar más cómodo mientras tosía disimuladamente en el camino sin liberar completamente la bestia que tenía dentro.

Continuará...

miércoles, 4 de septiembre de 2013

RDLS: Del material del que están hechos los sueños - Elizabeth Eulberg ((Mini-reseña))


Titulo: Del material del que están hechos los sueños

Editorial: Alfaguara Juvenil

Autora: Elizabeth Eulberg

Páginas: 305

Personajes principales: Sophie Jenkins, Emme Connelly, Ethan Quinn, Carter Harrison.

Sinopsis:
Este es el último año de Sophie, Carter, Ethan y Emme en el Instituto de Artes Escénicas e Interpretativas de Nueva York. Después de tres años de durísimas audiciones y trabajo, están a punto de alcanzar sus sueños: Sophie confía en ser una aclamada cantante, Carter espera recuperar la pasión por la actuación, Ethan tiene un maravilloso don para la composición y Emme ni siquiera esperaba haber llegado tan lejos. Llega el momento decisivo, la audición final, y los celos, las venganzas y las puñaladas por la espalda se suceden, pero también hay humor... y la amistad y el amor jugarán un papel decisivo en el rumbo de sus vidas.

MI RESEÑA:

Primero, me encantó el libro... pero (siempre hay un pero) la autora olvidó decirnos que en el principio, en el momento de las inscripciones los niños tienen 13 años. Luego, en el segundo capitulo ellos ya tenian cuatro años más.
El libro es asombroso en sí, y más para las personas que les gusta el arte (YO). En la librería yo lo compré porque yo soy una de esas personas que están siguiendo sus sueños pero que siempre les ha gustado ver cómo les va a los demás (Sean falsos o verdaderos) y estos cuatro chicos están en ello.
La banda: Jack, Ben, Ethan y Emme forman una banda desde que se conocieron, y la banda es completamente asombrosa, no solo por las canciones, sino porque a cada uno de ellos les gusta lo que están haciendo.
Es una historia que tiene todo lo que la vida le puede traer a una adolescente, incluyendo claro "El mal de amores" y las amistades falsas.
Me encantó como iban intercalando al personaje que narraba entre los protagonistas para darle cada uno de los puntos de vista de la historia.
Es completamente recomendable si a ti te gusta el "Drama adolescente".

Jack, enserio amo a Jack y su sentido del humor, es como tan cómico y fresco y estúpido y original y ME ENCANTA. 
Ben es gay y también asombroso. Y ya que es todo lo contrario a Jack es totalmente más genial.

Puntuación: 

"La lectura es lo mismo para la mente, que el ejercicio para el cuerpo"