Buenos días, tardes o noches
queridos lectores.
Hoy les traigo noticias de mí, como hacía
mucho que no lo hacía.
Pues por el nombre de la entrada se
han dado cuenta de que les voy a relatar la historia de mi primera vez en la
biblioteca (Que no fue hace mucho y por eso recuerdo cada detalle).
El 3 de junio (Centenario del
natalicio de Pedro Mir) mi madre y yo ya habíamos tenido planeado que esa
mañana, o tarde, no recuerdo muy bien (un detalle que olvide) ella me iba a
dejar en la Biblioteca Infantil y Juvenil de República Dominicana
"BIJRD" y después de unas horas me iba a pasar a recoger, y yo tenía
ese sentimiento de miedo, emoción, sorpresa y nerviosismo que solo se sienten
unas veinte veces en toda una vida.
Pues al caminar a la puerta de
entrada a la biblioteca estaba completamente desorientada, es decir, nunca
había entrado a una biblioteca (no me juzgues) por lo tanto no sabía qué hacer.
Estaba unos pasos delante de la puerta con mi mamá al lado (que todavía no me
había dejado abandonada). Miré al suelo, al techo y al centro, donde se
encontraba una señora/señorita y yo estaba pensando en decirle "hey, lo que
quiero hacer es leer pero no sé cómo hacerlo" pero eso sonaría como si yo
no supiera leer (y ese no es el caso) y entonces opte por el plan B
- Maa, ¿qué hago ahora? - Medio
susurré.
- No sé, pues, emmm, no sé. Yo
cumplí con mi parte. - dijo.
- ¿Te estás despidiendo? ¿Así sin
más? - susurré escueta.
Por lo que ella camino conmigo a un
tipo de mostrador con mochilas en estantes y en ese momento comprendí todo.
- Un momento - le dijo al teléfono y
después se dirigió a mí - Hola, ¿tu primera vez? - dijo la chica encargada del
mostrador (me lo dijo el uniforme y que tenía el teléfono del mostrador en
mano)
- ehh, SÍ - Por fin una pregunta que
podía responder.
- Pon tu nombre aquí, y justo al
lado tu número de teléfono - y me entregó un bolígrafo y un cuaderno con
bastantes nombres y números en el cual, abajo, en la última fila, hice lo que
me pidió. Sacó dos carnets (uno sosteniendo el otro) como los que te dan en la
tienda cuando vas a guardar una mochila, bolsa o algo y me entregó uno, y
sostuvo la mano en alto como si estuviera esperando que le entregara algo.
Y esperó.
Y esperó.
Y esperó.
Hasta que por fin comprendí que me
pedía mi mochila, me la quité del hombro y se la entregue, un poco (muy)
avergonzada de mi lento cerebro.
Y sin más, guardando el carnet que
me entrego en un bolsillo de mi pantalón, me despedí de mi mamá asegurándole
que iba a tratar de terminar en una sola pieza para cuando volviera, y viendo
como mi mamá salía por la puerta y la chica (que al parecer hablaba con su
novio por el teléfono) guardaba mi mochila debajo del mostrador.
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