domingo, 25 de mayo de 2014

Te quiero

Aviso: Esta historia puede contener vocabulario y escenas no aptas para menores de 12 años y cardiacos pudorosos. 
Aviso 2: Lo narrado en esta historia fue extirpado de la imaginación de la autora. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.
Aviso 3: No contiene ningún tipo de discriminación, solo reacciones de personas enojadas.
Aviso 4: Relájate, estoy siendo dramática ¡Esto es una comedia!
 Título: Te quiero.
Autora: Ángela Leonardo (¡sho!).
 

He intentado varias veces estar en una relación, y sonará engreído, pero siempre termino rompiendo corazones, y ya no más, aventura o nada. No, mejor aventuras no.

De pequeña, e incluso ahora, veo historias de amor en todas partes. Películas, juegos, libros, cuentos, tarjetas, anuncios, canciones, ¡en todos lados!

Y ¿Qué se puede hacer? Si las pintan tan lindo que cualquiera quisiera tener una historia de amor.

No voy a mentir, no soy fea, incluso soy muy atractiva y con un cuerpaaaazo, además a veces soy divertida, y eso me hace la candidata perfecta para la historia de amor de cualquier chico.

Entonces los engranajes comienzan a funcionar en mi cabeza y comienzo a imaginarme las estrellitas en el cielo cuando lo beso o los nudos en el estómago cuando me sostenga la mano, pero... ¿qué sucede? ¡Esas cosas nunca pasan! Y termino la relación cuando ellos todavía están en la etapa de "nos casaremos y tendremos hermosos hijos". Y eso duele. Para ellos y para mí.

Así que jamás, jamás, nunca, jamás volveré a tener un novio. Solo para no herir a nadie más.

Y no me voy a mentir, no estoy hecha como material para relaciones.

Salí del instituto con la sexy voz de Drake en mi cabeza preguntándome porqué terminé con él tan repentinamente y con mi pobre respuesta de “es que ya no puedo más” ¿Quién diablos dice eso? Pues yo.

Tres semanas después.

A ver cómo uso mi soltería para algo productivo. Nunca, desde que cumplí los trece, había tenido tanto tiempo sin un pseudo-novio o un pseudo-enamoramiento.

Llamé a Ingrid a su celular mientras me mecía en el columpio.

―Muchos buenos días, tardes y noches ―dijo Ingrid con su alegre voz cantarina.

―¿Terminaste con Warr…?

―No, y no lo pienso hacer.

―Pero ¡necesito una compañera en soltería para poder hacer algo divertido!―lloriqueé.

―Pues, consigue una amiga soltera y no me intentes hacer terminar con mi novio.

―Ustedes siquiera han hablado en dos semanas.

―Cállate.

―¡Oh! Te di en el talón de Aquiles, ¿eh?

―Me agradabas más cuando eras novia de John.

―Drake.

―¿Se llamaba Drake?

―Terminé con John hace dos meses y medio, Drake le siguió, terminé con él hace tres semanas. No te burles de ello, sé que lo sabes.

―Ya entiendo tu decisión de quedarte soltera ―dice burlona.

―Sí, ahora… ―me quedé sin palabras, estaba en el parque, columpiándome arriba y abajo mientras hablaba con Ingrid cuando vi algo completamente traumático. Osea, en todo el sentido de lo que podría ser traumático. Diablos, desearía morirme aquí y ahora.

―Ingrid, te llamo luego. ―Tranqué el teléfono y me tiré del columpio, puse la cámara del celular y enfoqué mi objetivo, más cerca, más, perfecto. Tiré una y otra foto de Warren, el novio de Ingrid sentado en un árbol besando a… Drake.

Oh Dios mío, se me revolvió el estómago completamente.

¡Mi ex-novio me estaba engañando con el novio de mi mejor amiga!

Es decir, no.

¡El novio de mi mejor amiga la estaba engañando con mi ex!

Inhala, exhala, esto no es nada, esto es…

¡Oh por Dios se están tocando! ¡Esto es un parque malditos pervertidos! ¡Saca la mano de ahí!

Fui corriendo a mi casa a tres cuadras de ahí, entré, tomé las llaves del auto y sin pensarlo dos veces, subí.

Conduje hasta la casa de Ingrid, salí del auto con el corazón hecho un correcaminos y abrí la puerta como si fuera mi casa, subí las escaleras y ya en el umbral de la puerta de su cuarto me incliné y puse mis manos en mis rodillas recobrando el aire.

―Eh, pensé que me ibas a llamar, no que te ibas a aparecer en mi puerta ―dijo Ingrid entre sorprendida y feliz.

―Ingrid…

―¡Respira antes de hablar! ―dijo bromeando.

―¿Qué tanto amas a Warren? ―pregunté entre jadeos.

―Mucho, pero el maldito estúpido amor de mi vida no contesta el teléfono, ¿sabes siquiera cuantas veces lo he intentado llamar? Y además…

―Calma Ingrid, ―parecía estar en su propio mundo cuando comenzó a hablar.

―Oh, lo siento. Pero, ¿qué te trajo hasta aquí? No soportas no verme ¿eh? ―dijo más relajada y me guiñó el ojo.

―No, toma, pon fotos y mira. ― dije entregándole el celular. Es mejor hacerlo rápido, como retirar una bandita.

―¿Qué coñ…? ¿Ese es…? ¿Esos son…? ¿Cóm…? ¿Cuand…? P- pero… ―Tiró el celular como si le quemara en las manos y comenzó a hiperventilar. Mi celular cayó al piso de madera rompiéndosele la pantalla, pero eso fue lo que menos me importó. La abracé y comencé a hacer sonidos en su oreja “Shh, Shh, Shhhhh” mientras ella lloraba.

Dos meses después.

―Traidor maricón a las tres en punto ―dije con el vocabulario más mordaz que pude utilizar. Ingrid miró a su derecha en la banca del instituto y apretó su cono de helado tan fuerte que se rompió en sus manos. Se dirigía para acá, y traía un ramo de flores con él―. Respira antes de hablar ―traté de utilizar la broma, pero salió amarga de entre mis labios.

Warren se acercó y se puso en cuclillas delante de Ingrid.

―Ingrid…

―No.

―Por favor, solo una cena familiar, mi mamá te ama.

―¿Y tú?

―¿Yo qué?

―¿Me amas?

―Bueno, s- sí… ―dudó, y vi en los ojos de Ingrid su mirada incredula.

―Mentiroso.

―¡Por favor amor! ¡Me estás ignorando desde hace un mes y ¿ahora vienes con eso?!

―¡Te estoy ignorando desde hace dos meses y hace un mes fue que te diste cuenta!

―¡Eres mi novia! ¡No puedes estar así toda la vida! ¡Perdóname!

―No, no lo soy, y prefiero estar soltera que seguir siendo tu tapadera.

―Mierda amiga, ¡así! ―Sonreí como idiota, levanté los cinco e Ingrid los chocó. Warren se sonrojó, sería difícil distinguirlo por su tez morena, pero estaba más rojo que la luz del semáforo, y todas las personas del alrededor se estaban tragando la escena completita. Warren tensó su mandíbula tanto que pensé que se le podría explotar una vena por ahí, pero simplemente extendió las manos con las rosas –decisión cliché de flores- y se las entregó a Ingrid.

―Quédatelas, las compré para ti. Y… ―tomó a Ingrid por el brazo y la levantó del asiento, entonces le susurró en el oído, pero aun así escuché con claridad― ¿Cómo te enteraste que era homosexual?

―Tus escenitas públicas no son invisibles. Las personas los pueden ver en el parque aunque no lo creas.
Warren tragó en seco, la soltó, dio media vuelta y se fue completamente rojo. Hijo de puta.

―Entonces soy oficialmente soltera ahora ―dijo Ingrid aturdida.

―Como Dios manda.

Un mes después.

―¡Ingrid! ¡Traidora! ¡Vuelve a por mí!

―¡Desde que recargue el arma voy por ti!

―¡Si me dejas aquí hasta que me convierta en zombie perdemos las dos!
―¡Pero que no tengo balas mujer! ¿Por qué coño te dejaste morder?
Puse en pausa el juego y la miré.
―¡EH EH! Nooo, ¡ya estaba casi ahí!
―Te faltaba atravesar dos casas y algún zombie te iba a matar como sea. Oye, amiga, te quiero.
―Espero que sea en el buen sentido, porque te recuerdo que no somos Warren y Drake ―me dijo en forma de broma.
―No, en serio, te quiero, y no necesito a nadie más en el mundo que a ti.
―… y a tu papá, y tu mamá, y tus hermanos, y tu abuela, y Frodito, y…
―Ya, ya, entendí. Pero a lo que me refiero es que eres una buena amiga y me gusta estar soltera contigo y no lo hagas más difícil de decir.

―Oh, lo que la soltería te hace admitir ―dijo en broma.

―¡Solo admite que me quieres también y seguimos jugando!

―Yo también te quiero. ―Y con esas palabras dichas por Ingrid con una sonrisa burlona seguimos gritando en la habitación de mi hermano mientras jugábamos Call of Duty en modo zombie.
Fin.

1 comentario:

Mikaulys dijo...

Muy bueno, me gusta :)

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"La lectura es lo mismo para la mente, que el ejercicio para el cuerpo"